Recostada sobre la alfombra
con el calor de los leños rozándole los pies,
la mujer piensa en cada detalle de su vida.
La habitación se encuentra a oscuras,
no ha tenido fuerzas para levantarse y encender la luz.
Por un momento,
disfruta de ese silencio nada especial,
de ese instante nada espectacular.
Y si de pronto, el corazón le dejara de latir?...
o una chispa de los leños convirtiera en llamas sus cabellos?
La mujer se pregunta las misma preguntas de siempre.
Se responde lo mismo de siempre.
La mujer recoge su cuerpo y siente,
como nunca antes,
que en la amalgama incierta de sus recuerdos,
ya no anida la vida ni los sueños.
En breve,
la quietud ya no tendrá cabida en su cuerpo,
y sus genes despertarán pasiones y vientos.
En breve,
la sangre le brotará sin remedio
en busca de salida y destierro.
La última filóloga
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Élida Lois tenía una voz incomparable: con la misma gravedad de la de Olga
Orozco, pero sin los rastros de tabaco y alcohol que la poeta necesitó para
es...
Hace 17 horas
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