jueves, 8 de octubre de 2015

El fin del mundo

La vida es misteriosa en cuanto a los encuentros. Siempre pienso que con ellos la vida intenta decirme algo, especialmente cuando los encuentros casuales con una misma persona son frecuentes. La mayoría de las veces, en todo caso, no llego a saber qué intenta decirme. Lo que me lleva a una segunda conclusión, no significan nada y tan solo sirven de alimento a la voluminosa construcción de mi mundo imaginario a lo Amelie. 
En una época pasada me encontraba siempre con alguien que no quería volver a toparme y parecía una pesadilla, pero luego por fin dejó de ocurrir. Hasta hace poco, me encontraba siempre con alguien que me alucina ver pero de pronto, también dejó de ocurrir. Y me pregunto hasta qué punto y con qué fuerza los eventos externos están ligados a los procesos internos. Porque esos encuentros son en la vida real, cotidiana, esa que no manejamos con nuestros hechizos a los Barbara Eden, pero de algún modo es en esos espacios misteriosos, que unen lo inasible con la materia, donde vamos tejiendo la parte más hermosa del sentido de nuestras vidas.
Viendo este video de Yann Tiersen mientras tomo desayuno me pregunto con quién me gustaría encontrarme corriendo en la calle mientras caen los meteoritos del fin del mundo. Lo bueno, es que se me ocurren varias personas.


domingo, 4 de octubre de 2015

EN LA CAMA

En la cama no es mi lugar. Una de las cosas que aborrezco de estar enferma es tener que quedarme en cama, mientras afuera, al otro lado de mi ventana el movimiento de la vida no para de bailar. Solo tres cosas me agradan de estar en la cama. Los sueños, el sexo y la lectura. Y hoy me acompañó Paul Auster en esta última.


Con objeto de hacer lo que haces, necesitas caminar. Andando es como te vienen las palabras, lo que te permite oír su ritmo mientras las escribes en tu cabeza. Un pie hacia adelante, y luego el otro, el doble tamborileo en tu corazón. Dos ojos, dos brazos, dos piernas, dos pies. Éste, y luego el otro. Ése, y luego éste. El acto de escribir empieza en el cuerpo, es música corporal, y aunque las palabras tienen significado, pueden a veces tener significado, es en la música de las palabras donde arrancan los significados. Te sientas al escritorio con objeto de apuntar las palabras, pero en tu cabeza sigues andando, siempre andando, y lo que escuchas es el ritmo de tu corazón, el latido de tu corazón. Mandelstam: "Me pregunto cuántos pares de sandalias se gastó Dante mientas trabajaba en la Commedia." Escribir es una forma menor de la danza.

Diario de invierno. P. Auster