miércoles, 30 de diciembre de 2009
¿SABÍA USTED?
viernes, 25 de diciembre de 2009
lunes, 21 de diciembre de 2009
NADA DEBE PARECER IMPOSIBLE DE CAMBIAR
7:36 salgo de mi depto,
cierro las dos chapas,
bajo dos piso y ¡zaz!
se me quedó algo...
Subo de regreso,
abro las dos chapas
y ¡zaz!
Cala, mi gata,
se escapa entre mis piernas
y sube por las escaleras.
Recojo lo que se me quedó sobre la mesa del comedor,
salgo,
llamo a la gata,
la gata me ve y sube más escalones.
Subo algunos con ella llamándola
y ¡zaz!
un mal movimiento
y la veo caer por el espacio intermedio de la escalera.
Vivo en un 4º piso.
Después de unos segundos eternos
siento el golpe.
Miro hacia abajo y Cala esta de costado en la baldosa.
Bajo corriendo,
pero pareciera que los pisos se multiplican
y nunca llego al 1º.
Cala no se mueve,
no maúlla,
sale sangre de su nariz.
Yo, casi no puedo respirar,
la tomo y ella se mueve un poco.
Subo corriendo los 4 pisos,
que parecen 10
y la dejo sobre la alfombra.
Se mueve un poco,
(pienso que no se quebró la columna)
Trato de calmarme,
(yo sabía que se iba a caer).
Tengo que concentrarme para llamar al veterinario.
Llamo a 1 a 2, ninguno contesta...
No sé que hacer.
Llamo a Agnes, a mi mamá, al veterinario 1, 2...
llamo a 1 por tercera vez y contesta...
(¡Tráela. Santo Domingo 591)
Envuelvo a Cala en una toalla.
Es la misma con que la envolví la vez anterior.
Se repite la escena,
yo busco un taxi, pero todos llenos,
la gata en la toalla,
yo viendo que se muere...
ahora maúlla,
pero es un maullido desconocido para mí,
grave, ronco, le sale más sangre por la nariz y la boca.
(Pienso que esta reventada por dentro)
Estoy llorando y el taxista conduce con calma.
No me pregunta ni dice nada.
Por fin llegamos,
cierro la puerta con el pie,
cruzo con roja,
llego,
llega el veterinario,
abre las 3 chapas de la puerta,
entramos, la revisa, parece que está bien,
hay que observarla,
hay que dejarla,
me voy y ella se queda en una jaula con oxígeno,
tengo que llamar a la 1.
Mi madre vino de la pega,
me acompaña,
me consuela a su manera,
tomamos café y jugo de naranja,
me voy a la librería.
La mañana se hace eterna.
Me da miedo llamar al veterinario.
¿Y si me dice que murió?
¿O que hay que sacrificarla?
Se cayó del 4º piso...
Llamo y me dice que está bien,
que camina,
que la vaya a buscar las 8
que hay que cuidar ahora sus intestinos,
que no tiene nada grave...
Llego a las 8,
me muestra la radiografía,
tiene una pequeña fractura en la cadera,
pero se curará sola.
Hay que darle varios remedios para que
vaya a su cajita y cague.
Hay que lograr que bote el excremento
para que no se pudra en el intestino
y le de septicemia.
(con el golpe los intestinos dejan de funcionar por un tiempo)
Ahora estamos en casa de vuelta.
Cala acostada en mis piernas,
disfruta mirando uno de sus últimos descubrimientos,
la pantalla del computador mientras trabajo.
(El otro es mirar televisión)
A pesar de todo,
del dolor que debe tener,
a ratos estira las garras intentando atrapar las letras para jugar.
Me mira,
y cada tanto estornuda un poco de sangre,
pero lejos lo mejor para ella ahora,
es mirarme escribir en el computador.
Tanto que quiere aportar... yyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyvvvvvvvvv 21 2222222
(esto último es de ella)
Hoy durante mucho rato pensaba
que una vez más en mi vida
sucedía algo triste y doloroso...
de algún modo era la confirmación
de mi mal destino...
Pero ahora que estoy con Cala aquí en las piernas
me doy cuenta de que ella es una
de la tantas cosas hermosas, alegres y mágicas
que me han pasado en la vida.
A Cala le quedan 5 y a mí muchas en una sola.
viernes, 4 de diciembre de 2009
PAUSE II
Sobre todo después de una luna llena de tres días.
Una pausa no de descanso, sino una de hacer.
También viene bien hacer algo inesperado.
Hacer eso que nunca hacemos pero que siempre anhelamos.
Por ejemplo, verse el corazón.
Por ejemplo, escribir una carta sin saber si habrá respuesta.
Sólo porque se siente la necesidad de escribirla.
Porque decir y hacer es el principio del querer.
Una pausa y dos y tres, vienen bien cuando nos sentimos felices.