Hablar cansa: es indecible lo que es
Como se sabe: la realidad no es verbal
(cansa el cansancio de decir esto mismo)
De las palabras se retira el ser
como de la crecida inminente del río
los animales que, realmente, lo saben
a diferencia de los orilleros humanos
Somos las víctimas de una falsa ciencia
los practicantes de una superstición:
la palabra: este río a cuya orilla
como el famoso camarón nos dormimos
virtualmente ahogados en la nada torrencial
Incapaces, incluso, de saber qué corriente
y hacia dónde nos lleva
si todavía cabe pensar en un sujeto
el verbo ir y como complemento
un lugar que no hay — aunque se diga —
en el adverbio donde y el hacia qué denota
en el hablar de nada (siempre se habla de nada)
— lo dice la gramática — la dirección del movimiento
reducido, también, a un simulacro.
Tú y yo hablamos del amor.
ENRIQUE LIHN
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