Escuchar una canción, imaginar, pensar en todo lo que dejamos atrás, en todo lo que se desvanece poco a poco y comienza a mutar en nuestra mente. A veces los recuerdos son esquivos, informes, son reemplazados por ensoñaciones y, sin darnos cuenta, transformados en imágenes que nos ayudan continuar con nuestras vidas. Otorgamos a los recuerdos el valor de haber forjado nuestra identidad en el pasado pero en verdad todo lo que en nuestra mente habita hoy es el hoy simplemente.
Hace poco leí un artículo, que hablaba de un estudio del Reino Unido (porque ahora le lleva el estudio pa' hablar de todo), donde se demostró que el cerebro debe olvidar para recordar. Esto es, la evocación repetida de un recuerdo nos hace olvidar otros recuerdos o detalles del que intentamos conservar, modificando el evento original.
Cuantas veces al día me encuentro evocando, evocando, evocando un recuerdo que quiero conservar y, si lo miramos desde la perspectiva del estudio, entonces recordar deja de ser un trozo de pasado, convirtiéndose en un recrear constante del presente mental. De esta forma hacemos de nuestros recuerdos, el lente con que miramos todo lo de hoy y sin darnos cuenta creemos que vemos la realidad tal cual es, cuando en verdad vemos lo que es con los infinitos filtros que hemos decidido poner ante nuestros ojos.
Creo que a veces estamos ciegos de tantos filtros, sin poder ver lo que realmente se encuentra delante de nuestros ojos.
No vemos la vida crepitando en el cemento de la calle.
No vemos la sabiduría del silencioso.
No vemos las intensiones detrás de las palabras y de las acciones.
No vemos que hay algo más que aquello que podemos tocar.
No vemos que la furia a veces esconde tristeza o soledad.
No vemos tantas cosas que a veces nos reclaman a gritos su atención.
No hay comentarios:
Publicar un comentario