Cuando camino a casa me encuentro de cara con la arquitectura invisible.
Esa que traza y eleva viviendas invisibles, dibuja límites imaginarios y ordena el tránsito peatonal con la certeza de un dibujante ciego.
En esta arquitectura invisible, hay líneas imaginarias, que ordenan rutas imaginarias en donde hombres y mujeres caminan en busca de sentido, en busca de algo que esperan cambie sus vidas para siempre.
Pero habitar esta arquitectura invisible tiene más costos que beneficios.
Mientras esos hombres y mujeres caminan, no ven que detrás de esas paredes invisibles no hay nadie que espere por ellos.
El libro amigo
-
Por Daniel Link para *Perfil*
Sólo leo, a esta altura, los libros que publican mis amigos, de modo que mi
selección nunca se corresponde con un diagnósti...
Hace 6 días


