domingo, 24 de enero de 2010

SACAR LA VOZ

Así como van las cosas hoy en día, he pensado mucho en la expresión "sacar la voz". Porque no sólo basta con el voto, también hay que ejercer el derecho y deber de expresarse.
Tener voz no es sólo tener opinión. Representa la posibilidad de situarnos en el mundo que existe, y proyectar el que queremos que sea. Y para tener voz no es suficiente un aparato fonador impecable, unas cuerdas vocales sanas y una correcta articulación. Tampoco voluntad (aunque a veces ayuda). La voz llega cuando logramos dilucidar nuestra búsqueda, o al menos parte de ella.
La voz llega precisamente en ese instante en que no sabemos si lo que habla es la cabeza, el corazón o el estómago. (Recuerdo que cuando vino Roberta, actriz principal de la compañía de Eugenio Barba, ella en su clase magistral nos mostraba cómo un actor podía hablar, incluso, con la rodilla) Entonces, la voz, se vuelve una prolongación del cuerpo, del ser íntimo. Una prolongación invisible pero con la fuerza suficiente para despertar corazones, arremolinar pensamientos y encender fuegos.
Hoy, más que nunca, debemos sacar nuestra voz y no tener miedo a que sepan quienes somos. Hoy, son las voces de muchos las que pueden hacer que recuperemos aquello que ha estado dormido.
Hoy, las voces en plural (nunca en singular porque eso sería el fin de humanidad y el comienzo de los Replicantes de la Unidad Nacional) debemos tomarnos los cuerpos y hablar hasta por los codos.
Debemos convertirnos en una bandada delirante y chillona, una bandada compacta, que como pájaros emigrantes hagan señales desde el cielo, para aquellos solitarios que mirando hacia arriba sueñan con mejores puertos.
Hoy escuchaba a mis padres pelear, esas peleas de padres, de siempre, y por primera vez pensé que 40 años juntos eran posible porque en su amor ellos nunca habían dejado de sacar su voz.

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